Éste [siempre] no es el poema de amor
que te hizo sonreír.
Soy yo ahora el que perece por abrazarte
muero con la Luna, y, al besarte
el río se vuelve cascada, montaña rusa,
elevarse.
La
claridad de tu esencia
eleva
mi presencia a un cielo, helo aquí, Señor Amor.
Quiero
decirte; expresar el pensamiento que fluye,
me
comunico con las estrellas
de
Oriente
te
traigo regalos para morderte…
No
soy poeta ni poesía,
sólo
quiero comunicar
el
regreso del rojo a su caudal
muerto
en su día de rabia incontenida
ahora
ilumina mi habitación
tú
y
yo
a
solas, sentados,
con
las manos de Dafne y Apolo
diciendo
“te amoro”.
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