Me encanta que
les des las buenas noches
a tus pretendientes.
Mientras me dejas sangrando, aquí,
tirado, tras haberme hincado
tus dientes.
Me has vaciado del todo
ya no siento más que dolor
y suciedad por no haberme
limpiado con anterioridad.
Tus palabras se repiten y son
un bucle infinito que no conducen
a la felicidad. Simplemente, tratas
de mantener la compostura mientras
condenas a otra víctima a tu deseo
y solicitud.
Ya que has acabado conmigo,
¿por qué no dejas de mentirme?
¿Qué pretendes ocultar? Ya no me
quieres.
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