Con la esperanza perdida no
se debería ir a ninguna parte.
Incumplir, exagerar
sofocar y sucumbir.
Realizar una catástrofe
con la luna observándote,
clavando su ojo oval
en todas partes,
en toda tu carne.
Salir ardiendo, quemados
los poblados que visité
antaño, buscando tus riendas,
las de tu pelo bañado al sol,
fresco y lleno de primavera.
Sin encontrar consuelo
caí en amor hacia mi abandono
personal.
¡Qué cabezas las vuestras
que buscan sonrisa
donde hay tristeza!
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