Tengo el papel en blanco
y el corazón lleno de huracanes
que desgarran mis bondades
y se quedan en terribles males.
Males que asedian un corazón
de ventisca fugaz, de fuego voraz
necesitado de besos reales
y no de estrellas fugaces.
Blanco cielo de corazones negros
me asedia una sensación voraz, de fuego
lento. Y creo escapar, me doy a la fuga.
Recorro el mal asediado por la bondad
y el viento para, y la ventisca cesa
para volver a decir “VE EN PAZ”.
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