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martes, 25 de septiembre de 2012

Día


Te empecé a escribir cuando el Sol renació.

Tuvimos que mirarnos en el espejo
criado de manera más bien tímida,
pensar cuánto tiempo estuve sin caricias
es apoyar la tortura psíquica.
Cuando releo mis propias palabras y encuentro infancia perdida,
no precisamente me salta una lágrima de alegría, pero recuerdo
los mejores tiempos de manera
especial, brillantes esferas vacías de luz.

Esencial; creer en ti mismo y no creer en tu vacío,
captar la reacción química más sencilla; amor,
no me abandones a la vuelta de la esquina,
no me dejes en este portal, desolado,
no, no quiero volver a escribir…
porque el Sol
ha muerto.

Sin tu aroma flotando en mi atmósfera, he dejado
de ser.
¡Indignado quedaría Parménides si me oyese!
Cuánto tiempo hemos desperdiciado… ¿Cuánto?
¿Cuánto vale el tiempo?
¿Qué es el tiempo?
¿Puede tocarse? Tal vez sea capaz de matarte, ¿no?
El ser humano lo debe de haber creado para envejecer con un motivo
real.

Desde que no te veo, ya no sonrío tristemente.
Y lo echo de menos.

Quiero sentirme solo y rodeado de un océano.
De nuevo.
Pero no volverá a pasar nada así…

Te dejé de escribir cuando mi vida resurgió.

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