No queríamos perder la costumbre
de navegar entre los ríos de muerte
sufrimos la parada del rumbo
en nuestra propia máscara
la que protege y desmantela
las llamas sagradas.
El muro, que se desmorona
dice ser sabedor del sirviente situado
sobre sacos de sierra
montañosa la ingratitud
latente el deseo en vena.
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