No sueloescribir demasiado. Nunca se me dio bien. Nunca me he dignado a presentarme aesos típicos concursos que hace tu lugar de estudio, donde el premio se lolleva el más enchufado del lugar.
Sólo he escrito unas pocas veces,contadas, con los dedos de una mano. Alguna vez redacté algo para alguien, perono me gusta. Ya otro día hablaremosde eso.
Pero escribir es un acto tancorto, tan largo, tan intenso, tan emocional, tan profundo, tan instintivo, tanespacial –y especial-, tan instructivo, tan radical, tan filósofo, tanartístico, y, algunas veces, incluso científico.Lo más bonito, sin duda, es tener el papel delante, y no escribir.
Simplemente, plasmar.
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