Mi corazón cada vez palpitaba más
y más y más, incluso más que más;
siempre que empezaba a correr de
los monstruos que me perseguían
con esas horribles caras
con esos horribles andares.
Mi ilusión cada vez crecía más
y más y más, incluso más que más;
siempre que cogía un lápiz de
color, un mundo se arrodillaba
a mis pies, esperando órdenes
a mis órdenes, esperando vida.
A mis órdenes, la vida se quedó sin ilusión.
Los monstruos se apoderaron de la calle,
horrible suceso, horrible cara, horribles
andares.
A mis pies, mi lápiz dibujó un corazón.
Los colores se tornaron indiferentes a causa
de los males
que provoca el huir de la ciencia, hacia los
mares.
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