Un clavo nuevo puede hundir el que, ahora mismo, en tu pecho, arde con una intensidad incalculable.
Hundirlo hasta que se enfríe y sea un vano pero buen recuerdo de todo.
Sin embargo, un clavo tan intenso puede hacer que todos se derritan a su mínimo contacto, de manera que es imposible de hundir y enterrar junto a otra serie de metales fríos y para la posteridad.
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