Me encantaría destruirte, descuartizarte, degollarte, decapitarte, sacarte los ojos, quemarte, congelarte y luego destruirte en pedazos, me encantaría hacerte sufrir.
Pero tú y yo sabemos muy bien que, al final, me acabaría arrepintiendo. Muchísimo. Porque tú y yo sabemos que te quiero demasiado como para tales acciones hacia tu persona.
Aun así, me estoy cansando…
La culpa es mía y sólo mía.
¿Sabes por qué?
Por haberme acostumbrado a tu calidez.
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